Claire está emocionada por llevar a Haley y Alex a una gran experiencia en su trabajo en el "Día de Traiga a su hija al trabajo", pero el personal no lo está haciendo nada fácil, y Phil saca de clase a Luke y Manny para llevar a cabo el día de servicio a la comunidad, que se convierte en un momento de aprendizaje en muchísimas maneras. Por otra parte, Gloria está encantada de estar en el servicio de jurado dejando a Jay para ayudar en la enseñanza preescolar de Joe y él no es feliz por eso en absoluto. Cam y Mitch no están de acuerdo sobre cuál de sus amigos deben invitar a su fiesta, ¿podrá Gloria mediar en el tema?
Lo que me he podido reir, y a la vez sufrir, con Claire es inexplicable. En un momento, ha sido capaz de llevarse más tortazos que nadie y, es que, sus decisiones no eran las correctas y todo por querer impresionar a sus hijas. Sin duda, el personal no se lo ponía nada fácil pero, más que nada, porque ya la conocen y saben cómo es. No he visto confianza en ellos hacía su supuesta jefa y es que, ella tampoco termina por darla de la forma adecuada.
Phil, como siempre, sigue haciendo de las suyas y es sorprendido por un inteligente y sabio Luke o, al menos, eso es lo que parece.
Gloria se siente, por fin, parte de la comunidad americana cuando es invitada a un jurado pero, se mete tanto en el papel que ni siquiera le dan la oportunidad de vivirlo de verdad y a su manera. La sangre latina siempre va a estar en ella y eso es algo que no puede cambiar, porque la pasión que irradia siempre va a estar ahí.
Me encantan los momentos de sinceridad entre Mitch y Cam que suelen ser característicos de cada episodio. He entendido perfectamente a Mitch porque yo también veo que los amigos se irían con Cam en caso de divorcio, pero es bonito ver cómo Cam lo apoya y se hace la víctima para dar un giro total al tema y que Mitch no se sienta tan mal.
Sin embargo, los momentos de mayor carcajada esta vez me los ha dado Jay en la enseñanza preescolar de Joe. Puede que sea un viejo cascarrabias pero, a veces, no puede evitar sacar ese alma infantal y ponerse a la altura de los niños más pequeños; y es que, cada vez que le decía "orejotes" al niño, yo era que me partía de risa, sobre todo en la escena final cuando necesita la ayuda de este cuando se queda atrapado en el tobogán y el niño le dice que no le escucha a lo que Jay contesta que eso no es posible con esos "orejotes"
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