La campaña de venganza de Ward hace que el equipo de SHIELD se ponga de rodillas ante él, y Coulson prueba que hará cualquier cosa para ajustar cuentas.
Una vez más, Coulson no deja de sufrir y es que no le dan tiempo ni para respirar. Pero, ¿sabéis lo peor de todo? Que no puedo odiar a Ward, como bien he comentado en las anteriores entradas. Se ganó mi corazón desde un principio y ahora me cuesta muchísimo verlo como un villano a pesar de sus actos.
Rosalind abandona la serie de la peor forma posible por culpa de Ward, a lo que Coulson preparará una venganza, dispuesto a luchar junto a todo el equipo para vengarse de este y de Hydra, por supuesto. Y eso significa poner a prueba a cada uno de los miembros del equipo, intentando buscar así la debilidad de Ward. Por supuesto que la encuentran, su hermano pequeño, e intentarán que Ward cambie de opinión y libere a dos rehenes que mantiene en Hydra, siendo de los agentes más importantes de SHIELD: Fitz-Simmons. Conociendo a Ward, saber que tienen a su hermano y que lo están torturando (o, al menos, eso es lo que él cree) no le hace cambiar de idea y decide sacar su lado más oscuro para sacar la información que necesita de la puerta para llegar al otro planeta y traer consigo al primer inhumano que pisó la Tierra y que Hydra tanto necesita. Fitz se verá forzado en ir con él y Coulson decide, en el último momento, unirse a la fiesta, colándose junto a ellos.
Un capítulo más que nos deja con la boca abierta y nos prepara para un capítulo aún más intenso como final de la media temporada.
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