viernes, 13 de noviembre de 2015

SERIE: Arrow - 4x05 'Haunted'


Cuando las cosas toman un mal giro con Sara, Oliver pide un favor a un viejo amigo que se ocupa del tema místico, John Constantine.







Este episodio ha tratado de ir moldeando terreno para preparar Legends Of Tomorrow, y me da mí que el siguiente será más de lo mismo; aunque eso no quita que haya sido un capitulazo en todo regla.

Sara ha vuelto y, desde el principio, no ha dejado de traer problemas pero, si eso significa que vamos a tener de vuelta a ese pedazo de personaje...adelante. Sus ganas por matar a Thea me ponía muy nerviosa, tan nerviosa como a ella porque es un personaje que me encanta por cómo ha ido evolucionando.
A pesar de que Laurel es un personaje al que muchas veces te dan ganas de zarandear y gritarle un par de cosas, va mejorando por temporadas. Si un personaje es muy cabezón, es lo que toca, por eso nunca entenderé el odio hacía ella. Y, no me matéis por esto pero, a pesar de que me encantan Oliver y Felicity, pienso que Laurel y Oliver tienen que terminar juntos tan solo por ser fiel a los cómics DC. En este episodio se ha podido ver un poco más el cariño mutuo de estos dos personajes y, aunque pienso que está más que acabado y su relación no podrá volver a ser lo que era, de verdad que me encantaría que lo intentaran.
He adorado el personaje de John Constantine, ojalá fuera regular en la serie y no un simple personaje recurrente; sabe tratar con la comedia pero, aún así, ser siempre tan profesional como lo requiera la situación.
En cuanto a Diggle, me tiene muy quemada con el tema del hermano porque es lo que le hace actuar sin cabeza y ponerle en peligro pero me alegro de que, con la ayuda del Capitán Lance, se esté acercando un poquito más y que, finalmente, todos sepamos la verdadera historia de Andrew Diggle, el cual parece que ocultaba mucho más de lo que pensábamos.
Y, bueno, me alegro de que Ray esté vivo (cosa que ya sabiamos, pero es bueno que se termine de confirmar), aunque siempre me ha parecido un personaje muy irrelevante a pesar de todas las carcajadas que me haya podido sacar.





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